Tenía buenas sensaciones. El día anterior hice una carrera corta de 5 km pero rápida. La semana anterior en la Mercè fui demasiado conservador. No arriesgué y me vi demasiado sobrado. En esta iba a cambiar la cambiar la estrategia pero sin presión. Aun me queda mucho entrenamiento y si bien es cierto que algo de progresión se debería comprobar, esta semana estando en Madrid no entrené cómo y lo que debería.

Lo cierto es que el inicio fue duro. Física y mentalmente. Estoy acostumbrado a los embudos iniciales de carrera… pero esto era demasiado. Participaba con un amigo y su hermano y por un breve momento casi decido unirme a ellos y dejar la prueba de velocidad para otro día. Como no, el truco de siempre salvó la carrera: las aceras. Esas grandes aliadas de los tumultuosos inicios.

Me vi bien en toda la carrera. Sabía que iba rápido y no me obsesioné. Recibí apoyo moral en el momento que más lo necesitaba ( alrededor del 7,80 km ). Con sprint final y sobradísimo en el tramo final que terminaba en pista de atletismo en un estadio.

Al final: 43 minutos 15 segundos los 10 km. Mejor marca personal… hasta ahora 😉