
Ejercicio y música
Dos investigadores de la Universidad de Brunel recopilaron numerosos estudios sobre la música y correr. Las conclusiones son básicamente:
Las sensaciones son buenas en general. Escuchar música antes del ejercicio aumenta el ánimo, potencia la creatividad y aumenta tu rendimiento en las tareas cotidianas. Usarla durante el ejercicio provoca un efecto llamado “ayuda ergogénica” (impulsos externos que mejoran rendimiento en el que se incluyen dietas, complementos, bebidas energéticas, etc.. ) a un nivel psicológico. Escuchar música durante el ejercicio disminuye la percepción de fatiga e incluso retrasa su aparición. Y en defintiva, usar música durante el ejercicio con moderación está relacionado con un aumento de la resistencia.
>Como en todo en la vida, usarlo en exceso es contraproducente. A la que nos acercamos a límites de exigencia física, la distracción de la música crea cierto obstáculo en las necesidades de retroalimentación del cuerpo, a medida que aumentamos la intensidad del ejercicio contrarrestamos la eficacia de la música. Una posible explicación la encontramos en que a altos niveles de exigencia física (una vez superado el umbral anaeróbico en el que la acumulación de ácido láctico se empieza a acumular en la sangre) el cuerpo está muy pendiente del sistema nervioso del cuerpo y toda distracción de este le molesta. La música parece un muy buen aliado del deportista de perfíl bajo-medio ya que el deportista de élite encuentra por su entrenamiento ese punto en el deseo de lograr un buen resultado y una cada vez mejor ejecucción.
Incluso hay momentos en los que los entrenadores y preparadores físicos han de prescindir de la música. Cuando un deportista necesita estar totalmente concentrado en un ejercicio ya sea por novedad o motivos de seguridad es aconsejable apagar el reproductor de música y escuchar a tu cuerpo.
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